Así son los ballet de Gluck tres siglos después: con las étoiles du Capitole ¡y Savall a la batuta!
Estreno en el Liceu
El Gran Teatre coproduce 'Don Juan' y 'Semiramis' con coreografías de Edward Gluc y Ángel Rodríguez

'Don Juan', la coreografía de Edward Clug para el Ballet de la Ópera du Capitole de Toulouse
Proyecto muy especial el que llega a partir del domingo al Liceu. El teatro ha querido apostar fuerte por la danza participando de una coproducción de la Opéra du Capitole de Toulouse y la Opéra Comique de París, no en vano el director musical del proyecto es nada menos que Jordi Savall. Se trata de dos de los ballets que compuso Christoph W. Gluck en el siglo XVIII sobre dos mitos muy distintos, Don Juan, basado en la obra de Molière, y Sémiramis, con libreto de Voltaire.
De las coreografías de la época no queda ni rastro, más allá de saber que fueron realizadas en Italia al estilo pantomima por Gasparo Angiolini y en colaboración con el libretista Ranieri de Calzabigi. Razón de más para recuperar ahora con Le Concert des Nations y Savall toda la fuerza expresiva de estas partituras, pero reivindicando además la modernidad a la que el propio Gluck apelaba hace tres siglos, con encargos a dos coreógrafos de la actualidad: el rumano Edward Clug y el madrileño Ángel Rodríguez. El Liceu acoge este double bill en cinco funciones, del 23 al 29 de marzo, enmarcándolo en el Dansa Metropolitana (el festival que cree haberse abierto “al clásico” por el hecho de incluir un espectáculo con un par de étoiles en zapatillas de punta).
Gluck es tal vez el compositor que mejor entendió el cambio que se presentaba en la época inspirado por la Ilustración"
Savall ha recordado este jueves, en la presentación del proyecto en Barcelona, que Gluck (1714-1787) es de los compositores esenciales en la transición del barroco al clasicismo. “Es tal vez el que mejor entendió el cambio que se presentaba en la época inspirado por la Ilustración y el deseo de libertad, de modernidad y de expresión auténtica. Pasó muchos años en Italia, donde compuso y dirigió ópera, con críticas acérrimas de quienes no aceptaban un estilo que iba más allá de las convenciones del momento”, ha dicho.
La novedad se produce en Viena cuando en 1761 Gluck presenta con sus amigos Calzabigi, el libretista establecido en la capital austriaca, y el coreógrafo Gasparo Angiolini este Don Juan en ballet-pantomima, que era una expresión nueva que permitía imaginar toda la fuerza dramática de la danza. Y lo hace además con una orquesta mozartiana de la época. “Gluck captó con profundidad la escena de Don Juan componiendo serenatas para conquistar a la amada, bailes para las cenas y chaconas españolas, que no es más que un fandango de atmósfera sensual y libertina que bailado en pareja hace que la mujer ya no pueda resistirse a nada de lo que le pida el hombre”, ha puntualizado el director musical.
Jordi Savall rodeado a su derecha por Beate Vollack, directora del Ballet del Capitole de Toulouse, y el coreógrafo Edward Clug, y a su izquierda por el coreógrafo Ángel Rodríguez y Víctor Garcia de Gomar, director artístico del Liceu. en Barcelona, todos ellos frente al telón para el ballet 'Sémiramis'
La escena final cuenta con intervenciones armónicas impresionantes, según ha resaltado el maestro Savall. Esa escena de gran tensión entre Don Juan y el comendador va más allá del barroco. En el cementerio, Don Juan se niega a arrepentirse y se abren las furias del infierno para llevárselo. “Un final muy italiano musicalmente, con las trompetas y timpani creando disonancias. Seguro que Mozart vio la obra porque hay cosas que hará luego que nos la recuerdan”.
Por su parte, Sémiramis (el acento aparece en la nomenclatura francesa) es menos danzabile, pero la partitura contiene los elementos descriptivos para entender el mito típicamente griego de la protagonista, la reina de Babilonia según la tragedia de Voltaire, que asesina al marido y busca a un nuevo amante, sin saber que acaba escogiendo a su propio hijo. “Cuando lo hicimos en Toulouse la adaptación con los nuevos ballets fue extraordinaria”, ha apuntado el violagambista catalán. “La expresión visual consigue, con los ballets, que nos llegue más al corazón esta música a través de la belleza de los movimientos y la expresión”.
Habrá aperitivo musical, la suite de 'Iphigénie en Tauride': la obertura de la ópera de Gluck pero acabada por Wagner
La velada comenzará con un aperitivo musical, la suite de Iphigénie en Tauride que es la obertura de la ópera de Gluck pero acabada por Wagner. Los últimos 15 o 20 compases los acabó el autor de Lohengrin (que se está representando en el Liceu) pero mostrando una total comprensión del estilo de Gluck, y es que no se podía tocar suelta esta obertura, pues acaba con una Danza de los esclavos que se funde y enlaza con la ópera en medio de un acorde de dominantes.
“Savall nos ha hecho visualizar la música y crear una simbiosis con la orquesta"
La flamante directora del ballet de la Opéra du Capitole, la coreógrafa alemana Beate Vollack -que ha trabajado mucho con directores de escena de ópera, como con David Alden en la Alcina del Real de hace una década-, señala que la presencia de Savall en el proyecto ha ido mucho más allá del acompañamiento musical: “Nos ha hecho visualizar la música y crear una simbiosis con la orquesta, de manera que, al final, más que un double bill, estas dos obras que se muestran juntas por primera vez conforman una velada única. E involucran a la compañía al completo”.
Los bailarines el Capitole en 'Sémiramis'
Los 35 bailarines de la compañía se reparten entre ambas piezas: El madrileño Ángel Rodríguez, que fue solista del Ballet del Grand Théatre de Gèneve y miembro de la Compañía Nacional de Danza en tiempos de Nacho Duato, y que lleva un tiempo coreografiando para compañías internacionales -“estoy feliz de poder mostrar mi trabajo en casa, pues no es algo que podamos hacer mucho los coreógrafos españoles-, cuenta con siete parejas de baile, esto es, siete hombres y siete mujeres, para abordar el mito de Sémiramis.
Estoy feliz de poder mostrar mi trabajo en casa, pues no es algo que podamos hacer mucho los coreógrafos españoles"
El telón de fondo de esta pieza es un lienzo artesanal de los escenógrafos Curt Allen Vilmer y Leticia Gañán que va enrollándose y desplegándose lentamente, de manera que cambia sin que el público sea consciente. Es una forma de acentuar la sensación del paso del tiempo. Hasta que al final cae a toda velocidad y el espectador percibe todo lo vivido.
"No era fácil atacar una obra que se ha usado mucho en pintura, en teatro, etc. Al ser una partitura corta, no te permite contar una historia de la que ya no se sabe qué es real o leyenda. Así que la he abordado desde el concepto. He intentado plasmar la defensión de una mujer que es madre, hija, hermana... pero también trabajadora y una líder que afronta situaciones en su sociedad. Para mí una mujer que representa la igualdad, el empoderamiento, algo que parece que en la antigüedad era más lógico que ahora, que hay que luchar tanto para hacerla realidad“, asegura Rodríguez.
El tapiz de fondo va elevándose y cambiando para representar el paso del tiempo
Para crear una unión entre números, Rodríguez ha añadido lo que él llama una música silenciosa que unes esas secciones. ”Son pequeños silencios para que este ballet no fuera una gala de diferentes pas de deux, etc. Es lo que lo hace completo, compacto, homogéneo. Y con el telón de fondo se consigue una conjunción que hace que el público quede atrapado en un todo. Y trabajar con música en vivo hace que los bailarines se desmecanicen y cada noche la pieza sea nueva. A parte de que trabajar con Savall ha sido de las experiencias que dejan huella..."
Por su parte, Edward Clug es la primera vez que trabaja en Francia (y en España), si bien sus piezas se han disfrutado allí, igual que en el Liceu se vio su Stabat Mater de Pergolesi por Les Grands Ballets Canadiens de Montréal en la temporada 2019-2020. De hecho, Beate Vollach soñaba con trabajar con él siendo directora del ballet de la Ópera de Graz.
“Nos separaban 50 kilómetros, yo en Graz y él en Maribor [al frente del Teatro Nacional de Eslovenia], pero no me lo podía permitir y además siempre estaba demasiado ocupado. Ha sido ahora que he entrado a dirigir el ballet de la Opéra du Capitole que pensé que Francia debía descubrirle”.
La celosía es un elemento esencial en el montaje de 'Don Juan'
La primera reacción de Clug fue renunciar, tenía demasiado trabajo. Pero había muchos elementos que lo convertían en un reto: el propio Don Juan, con raíces españolas aunque escrita por Molière, ”de esos países en los que los hombres saben como obrar con las mujeres“. Luego estaba el hecho de que fuera Jordi Savall quien comandara la música...
”Yo estaba en la playa de vacaciones con mi familia leyendo el libro de Murakami La muerte del comendador, que es una pintura extraída del Don Giovanni de Mozart... lo que, junto con la semblanza fonética entre Gluck y Clug, me acabó de convencer. Esas similitudes funcionan, ya me pasó con Edvard Grieg, y fue bien. Así que lo tomé como una señal del destino“, bromea sin sonreír.
El de Edward Clug es un 'Don Juan' de caballos y celosías, eso que él denomina el muro español, con decoración de aire morisco
El suyo es un Don Juan de caballos y celosías, eso que él denomina el muro español, con decoración de aires moriscos y biombos translúcidos que invitan a ver qué hay detrás, a curiosear. Toda la coreografía queda muy integrada en la escenografía, admite Clug. Y cuenta con los personajes reales: Don Juan, Doña Elvira, Sganarelle y la gente. En total 20 de coro y tres solistas.
Las étoiles del Ballet du Capitole interpretan a los personajes principales, Don Juan, Doña Elvira y Sganarelle
”Aunque la música es preciosa, no me inspiraba suficiente si pensaba en Molière -explica el coreógrafo rumano-. La música era muy nueva, como dice Savall, y la idea era ampliar las fronteras de la música para llegar a ese formato del ballet pantomima que yo ya sabía que no funcionaría para el público de hoy en día. Vi que tenía que olvidarme de Molière y de Gluck y trabajar intuitivamente en un nuevo concepto. Y así lo hice en todo el proceso. Todo lo que fui adquiriendo en el proceso lo volqué en la creación. Hay muchos giros e ideas que lo que hacen es ir prolongando las ideas originales: sabía que trabajaría con una estatua, la del comendador; con un caballo sin jinete, y con la figura del comendador que es quien acaba invitando a Don Juan a bajar a los infiernos“.
Vi que tenía que olvidarme de Molière y de Gluck y trabajar intuitivamente en un nuevo concepto"
Curiosamente, Clug y Rodríguez no hablaron de sus respectivos trabajos previamente, y aún así han acabado utilizando una paleta de tonos y colores similar, lo que ayuda a concebir el double bill como un todo. Si las influencias estéticas de Rodríguez hay que encontrarlas en Kylián, Van Manen, Ohad Naharin o el propio Duato, un trabajo muy musical, estético y más bien narrativo -”me identifico con la belleza“, confiesa-, en el caso de Clug todo está atravesado por las circunstancias en la Europa del Este.
Nacido en Bieus, en 1973, Clug escapó de la represión comunista de Ceausescu apuntándose a la escuela de danza del Ballet Nacional. ”Pasé toda mi infancia aspirando a ser Baryshnikov, cosa que no sucedió“, dice. Llegó a solista del Teatro Dramático Nacional de Maribor. Y en 1996 ya creaba su primera pieza.
Unaimagen de 'Don Juan' con coreografía de Eward Clug
“En Maribor no pude recibir influencias de los grandes creadores del siglo XX, no había un repertorio contemporáneo y yo venía del clásico. Pero vi obras de Béjart por la compañía de los Países Bajos y también el Nederlands Dans Theater, Duato y Forsythe..., pero nunca pude trabajar con ellos. Así que empecé por mi cuenta, y no con el ballet sino colaborando en teatro con Tomaž Pandur, que murió joven [a los 53 años], hace una década”. Para él hizo Babylon en 1996, con música de Goran Bregović.
Clug trabajó durante años sólo coreografiando para sí mismo. Encontró maneras de expresar todo lo que no podía decir con el ballet clásico. Le tomó años encontrar su propia voz, hasta que fue internacionalmente reconocido por Radio & Juliet, hace veinte años, una reinterpretación de Romeo y Julieta con la música de Radiohead.
La figura del étoile
El del Capitole es uno de los tres ballets en Francia que conservan la jerarquía
La figura del étoile en la jerarquía de las históricas compañías de ballet es algo que se conserva en pocas compañías francesas. Y el Ballet de la Opéra du Capitole es una de ellas. En Toulouse todavía hay étoiles, solistas y coro, de manera que los personajes principales de Don Juan y Sémiramis cuentan con ese tipo de figura destacada. Sin embargo, sólo el de Elvira subirá a la zapatilla de puntas. “Esta compañía puede trabajar en una misma noche con puntas, en plano o incluso descalzos, como les utiliza Ángel Rodríguez. Y si bien Edward Clug no es conocido por su trabajo en puntas, aquí ha visto que el personaje de Elvira las necesitaba, se lo pedía la pieza, y así lo ha hecho”, explica Beate Vollack, directora de la compañía francesa.